Esta leyenda cuenta el origen de la pirámide más impresionante de Izamal: Kinich Kakmó

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La ciudad de Izamal suele ser reconocida como una de las más hermosas localidades del estado de Yucatán. Sus peculiares fachadas, pintadas todas de color amarillo y blanco, llaman la atención de propios y extraños, pero igual de impresionantes son sus vestigios arqueológicos, especialmente la pirámide Kinich Kakmó.

Esta milenaria edificación destaca por sus enormes dimensiones y también por una mítica leyenda que narra el por qué fue construida.

En este breve recorrido audiovisual podemos apreciar parte de las bellezas arquitectónicas existentes en Izamal

Datos interesantes de Izamal
  • Su fundación moderna fue a mediados del siglo XVI
  • Se le conoce como “Ciudad de los Cerros” por las pirámides mayas que ahí se encuentran
  • Se localiza a 72 km al oriente de la ciudad de Mérida
  • Fue una de las ciudades-estado más importantes de los mayas prehispánicos durante los años 850 y 1,000 d.C
  • A la llegada de los españoles, el lugar estaba prácticamente deshabitado y pertenecía al grupo indígena de los cocomes.
  • Piámides: Pirámide Kinich Kakmó, Pirámide Tu’Ul (El Conejo), Pirámide Habuk, Pirámide Itzamatúl
  • Fuente: http://www.yucatan.gob.mx

La leyenda del origen de Kinich Kakmó

Este relato, escrito por Antonio Mediz Bolio, nos transporta a la antigua historia de la tribu de los itzaes, liderada por Zamná, un gran sacerdote maya que fue elevado al rango de divinidad. Después de años de peregrinación desde los parajes del sur hasta las playas orientales de la Península de Yucatán, este pueblo finalmente encontraron su hogar al construir Itzmal, la ciudad más antigua y sagrada de la región.

En las cimas de sus pirámides, los templos de los dioses se alzaban con majestuosidad. Zamná, el filósofo-dios, enseñó a su pueblo a adorar el sol y la luz, como fuerzas divinas que dan vida y calor.

El deseo de trascendencia divina

Con el tiempo, Zamná anunció su muerte, con la condición de que una doncella, dotada de dones especiales, se uniera a los dioses. Nic-Caan, una joven de gran belleza, fue la elegida. Su amor por lo sublime y lo infinito la hizo rechazar a un guerrero terrenal que la amaba profundamente.

Embajadores de tierras lejanas le ofrecieron tronos y poder, pero Nic-Caan buscaba algo más grande: la adoración al sol divino y la luz espléndida. Rechazó sus ofertas y permaneció fiel a sus creencias.

Un mandato

Finalmente, Zamná indicó que se construyera una pirámide sin igual en altura y que, cuando estuviera terminada, moriría. En la cumbre de esta pirámide se erigiría un magnífico templo para una nueva deidad. La pirámide se levantó majestuosa, y Nic-Caan, en la cumbre, fue proclamada como nueva deidad, llamada Kinich Kakmó.

Una nueva deidad

El pueblo, sorprendido, la vio elevarse hacia el sol y desaparecer en sus rayos ardientes. Mientras tanto, Zamná moría en la cumbre de la pirámide. Los itzaes obedecieron y adoraron a Nic-Caan y a Zamná como sus dioses, bautizándola como “Rostro de fuego, Rostro del Sol, Kinich Kakmó”.

Fuente: Antonio Mediz Bolio en Leyendas y Tradiciones Yucatecas Tomo 1, Año 1951

Publicado por Blúneid

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